En una de las primeras actividades oficiales del Tour Federer, el sabio Vilas dijo: "lo más importante de la visita de Roger es que, después de él, los demás jugadores no dudarán en venir". Ojalá Guillermo no se equivoque porque cualquiera de los mejores nos entregará más momentos para disfrutar y gozar. Pero si sus visitas llegan a convertirse en costumbre, habrá que mejorar en muchos aspectos.
Pensando en esto, hay que escribir con letra destacada que la segunda noche en Tigre fue mucho mejor que la primera. Olvidadas quedaron las dudas estructurales de una de las tribunas, los nervios y la incertidumbre que inundó la atmósfera. La falta de coordinación para la entrada de los jugadores le dejó lugar a una aceitada puesta en escena en la que conductor y actores manejaron tiempos con precisión suiza. Moverse en los pasillos del estadio dejó de ser una suerte de aventura en la oscuridad para, como debió ser desde el primer minuto, convertirse en un despreocupado andar por los distintos rincones de la fiesta.
Se notó la experiencia del día anterior. En la entrada, los controles de acceso tenían mucho más claras las indicaciones para que la gente se moviera en un predio nuevo y, consecuentemente, desconocido para todos. El amontonamiento de público fue una imagen extraña. Los reclamos casi no existieron y en las fotos del final solo se veían sonrisas. Si hasta de los handies de la organización se escuchaban indicaciones tranquilas y distendidas.
Del juego hay poco para decir. Fue lo que se esperaba. Ni más ni menos que un rato de diversión entre dos cracks que son amigos y que, como tales, se conocen y se conceden mutuamente ciertos momentos del partido. Se disfrutó de Federer, que por primera vez, probablemente la única, visitó nuestro país. Sus movimientos son únicos, sus pies tienen una coordinación natural pocas veces vista y su revés con slice es el golpe más seductor de todo su repertorio. También, claro, se disfrutó de Del Potro que, lamentablemente, juega muy poco en Argentina.
"Se hace camino al andar" es el remate de una frase conocida, elocuente y cierta. Bienvenido sea que, más allá de lo que se diga como postura pública, desde la organización se escuchen las críticas y se mejore en consecuencia. Así, sin dudas, hay un camino.